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miércoles, 24 de octubre de 2012

24. El mundo de lo etéreo






El punto de lo etéreo/
de lo que quisiera en/
un mundo paralelo sin entrada/
con una persona nunca/
antes imaginada.


domingo, 7 de octubre de 2012

23. Un imposible que puedo


Escapémonos - Le dije sin mas detenimiento que el de las sílabas compuestas de esa palabra.

¿A dónde quieres desaparecer?, ¿Tienes sueño verdad?- dijo sin preocuparse por la idea de escapar para restablecer la mente y recrearnos lejos de los tiempos conflictivos. Al poco rato nos "desconectamos" porque ya le veía dormir en su cama mientras el foco rojo de su webcam seguía encendido y porque yo seguía como siempre con el dolor de espalda y el trabajo sin fin; después de eso me puse a reflexionar lo siguiente:

Lo amé en cierta manera lo amé, no como el amor cárnico que se vende en los Inbox privados de una jaula azul, no como el amor vencido de los mensajes por celular, ni siquiera como el que se escribe en las calculadoras casio 73-AM+0. Era un amor diferente que sólo dependía de dos cosas, la presencia constante y perdurable (paradoja que no es permisible en este mundo por las limitaciones físicas del cuerpo) y la confianza que se imbricó entre nosotros. Esas dos cosillas hicieron de nuestro tiempo algo más que las horas, que las pequeñas manchas de aerosol morado que se recargaba como agua bajo las bolsas de nuestros ojos, algo un poco más grande que el apoyo, el hecho de que no fuera prejuicioso.

Lo amé mucho eso sí, pero no de manera invasiva; traté de que el cáncer de mis cariños no invadiera su vida en ninguna forma o manera que le perjudicara a él sus caminos. Hasta ahora me ha tocado jugar el papel de espectadora, de conciliar sueño, de apoyar, de brindar más allá de lo que sé que tengo... y hasta ahí, sólo eso he podido hacer y con ello lograr todo menos lo que sé que nunca podré obtener.

Cuando lo conocí ciertamente estaba atrapada entre plumas de cuervos con grandes ojos negros, entre alas rojas de ángeles con espadas de dolor lancinante y entre la incertidumbre de alguien que no quiso existir en mi mundo. Todo surgió al primer contacto como membrana permanente del tacto de sus dedos con los míos al saludarme, con la brisa un poco húmeda de su rostro tocando el mío, el saludo habitual, el saludo que con el sentido más primordial e intuitivo me permitió insistir en estas palabras... "Yo a él, te lo juro, lo volveré a ver de nuevo, de alguna manera siento que en algunos meses más adelante, mientras él se haya enredado en sus nudos y mientras yo sigo cortando hilos con mi existencia, acabaremos por enredarnos en la forma perfecta"... Esa noche, la tela gris se extendió sobre los laterales de mi cabeza, en nada pensaba, no estaba dentro de mí en aquel momento y, sobre mis manos y mis pies el frío de la tristeza habitual que antes me causaba la ausencia del cuervo negro me estaba consumiendo; sin embargo desapareció cuando lo sentí jalarme por el brazo, sin preguntar, para bailar, sentirle tan animado conmigo fue el "Ven vamos, ven arréglame el alma, ven vamos, ven arréglame el corazón" de esa noche.

Al poco tiempo de eso, me fui, no me despedí de él y no tenía de él sino el recuerdo de una noche calurosa.

Meses después... como supuse, un mensaje apareció, y la charla comenzó. En aquel momento probablemente no hacia nada, porque de haber estado muy ocupada no habría extendido tanto la conversación; no sé ni cómo comenzó la conversación solo sé que entre todo lo que hablábamos había ese sentimiento de continuidad; el hablaba sobre cerebro reptil, sobre música, yo hablaba sobre cosas que ya no recuerdo, probablemente escribir o curar.

Pronto se fue, yo también, pero esa espina por hablar se nos enterró y con los días siguientes hablar se nos hizo un vicio saludable, no por las condiciones sino por la idea de hablar, de poder hablar o decir cosas que otros no tienen la habilidad de escuchar o la habilidad de aceptar en sus oídos. Un tiempo supe que se perdió por Europa, por el mediterráneo, un tiempo yo me perdí en el subterráneo de los abismos que cavé yo sola. Pero ese sentimiento filial nunca se fue, supe que tenía un amor, no importó, el cariño estaba sembrado, la confianza también, y lo dejé así como el amor que fue, sin ser mío, sin exigírselo tampoco. Así lo quiero, así solamente lo puedo.

22. Lo que un día se lleva


¿Qué te puedo decir?... la vida no me dio tus ojos, ni ese futuro en quien sabe que plaza de quien sabe que parte de un lugar donde hace mucho frío porque, como dices, el frío estimula a los encuentros fugitivos de los abrazados y los bebedores de martini en esos sitios con cuadros donde la gente se reúne para sentir ambiente; aunque irónicamente hay más personas que ambiente...

La vida, como decía, no me dio tus ojos, ¿por qué?, tal vez ni me pertenecían, tal vez otra escultura fémina de la bahía griega con ese perfil tan misterioso y poco revelador te atrapó y fue entonces cuando tu mirada aunque dirigida a mí, seguramente bajo otras redes, se redirigía a alguna lejana en esa gran bahía.  Tus ojos, todavía me recuerdan algunos de los colores de los pocos lugares que visitamos juntos, a veces era una arenilla en un viejo lago abandonado de la comunidad pesquera, otras como los residuos de petróleo de uno de esos grandes ductos perforados que se incendiaban a cada rato por las noticias, a veces sólo eran como el fuego de esos ductos. El punto es que la vida se los llevó.

Otra cosa que me quitaron de ti... fue tu boca, ¿qué tiene de especial tu boca?, nada, claro que nada si quiero convencerme, pero... realmente lo tiene todo, ¿dónde más encontraré una vieja canción gregoriana de  Nothing else matters de Metallica? ¡oh no!, mejor aún, una mujer filiana de Alejandro, un café de Starbucks, un delirio parkinsoniano, un poco de Leonard Cohen... sobre todo en jueves que te pones algo melancólico y entonces, puff, mágicamente Cohen aparece en tus labios y toda la tarde me sabe a wiskey frío y a colores grisáceos. Todo un poeta, sin ser poeta. Todo un vago que no tiene a donde ir, pero a donde debe, no va.  

Pronto será un día en el que por cualquier obra que el destino pintase, de esas ocasiones que te juega una mala broma, un día yo entré hacia cualquier tienda de autoservicio en un punto del país en que decidí viajar por cuenta sola, y al entrar te vea cobrando algo en una fila de esas ridículas que se suceden a las doce de la noche, cuando todo el mundo que no duerme, se encuentra inquieto y sin nada más que hacer; entonces seguramente tendré el cabello tan largo como lo quise y tu entonces tendrás un porte tan formal que sentiré pena de mis humildes ropas, y entonces me veas y me digas que espere mientras cobras... pero la cuestión es que... ya esperé demasiado...